Olvidame pero no me borres
[EL OBSERVADOR] Carina Novarese / @carinanovarese -
20/07/2014
Una sentencia obligó a los buscadores a aplicar el
derecho al olvido en Europa, donde los ciudadanos ya realizan más de
1.000 solicitudes de remoción de links por día. La norma enfrenta
privacidad con libertad de expresión.
Durante milenios la identidad real de una persona se construyó a
partir de sus experiencias de vida, contextos familiares y cotidianos.
Desde hace un tiempo, existe otra identidad, la virtual, que se compone
de elementos tan diversos como un post de blog, el comentario que dejó
en un portal o algo que publicó en una red social. Hoy ambas identidades
son una, al menos en lo que tiene que ver con la forma en que otros nos
ven o perciben.
Lo que se hizo o dijo, hecho y dicho está, pero en algunos casos
puede perseguirnos hasta el final de nuestro días. Cada vez más, como
consecuencia de internet y en particular de poderosos buscadores que
todo lo encuentran, el pasado queda asentado de tal manera que hace
imposible dejarlo atrás. Viktor Mayer-Shönberer,
profesor de regulación de internet en Oxford, sostiene que “la belleza
del cerebro humano es que nos permite olvidar, lo que nos permite pensar
en el presente. Esto es necesario para ayudarnos a tomar decisiones”.
Ahora casi nada se puede olvidar porque los recuerdos están al alcance
de un clic.
Pero, ¿deben ciertos hechos ser olvidados? Si se eliminan de Google,
para lo cual hay que borrar el contenido del sitio original,
¿desaparecerán de la memoria colectiva que, en algunos casos, será la
materia prima de la historia?
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